19.3.08

Una bandera roja para la reconciliación

PALOMA CERVILLA/ ÁNGEL MARÍN. MADRID/BARCELONA.
Vivió la contienda de la Guerra Civil y no entiende que ahora,más de setenta años después, se quiera reescribir esa negra página de la historia de España con una «versión parcial y sesgada de la memoria histórica». Precisamente por eso y porque quiere contribuir a dar un ejemplo de reconciliación a las nuevas generaciones, el abogado madrileño José Antonio Dávila García-Miranda ha desempolvado sus recuerdos.
Y esos recuerdos se encuentran en una pequeña caja de cartón, envueltos en papel de estraza. Dos banderas enfrentadas, una, la más significativa y con mayor valor histórico, porque estuvo en el frente, la enseña de combate de la «Secció Crup Sabadell del POUM». Una bandera que le regaló a los once años su tío, el capitán de Infantería del Ejército Nacional Antonio Dávila, en 1937, después de hacerse con ella en una acción de guerra en el frente catalano-aragonés. La segunda bandera corresponde al desfile de la Agrupación de Falanges de Aragón, de 1937.
Infancia
No había vuelto a reparar en ello, después de que durante su infancia en tierras castellanas la enseñara como botín de guerra a sus amigos. Aquellas telas alimentaron los sueños del entonces adolescente hasta el punto que a los 17 años se apuntó en una Centuria de Montañeros del Frente de Juventudes de Aragón. Durante la milicia universitaria llegó a alferez de Infantería de Complemento.
Pero este abogado madrileño de 81 años nunca olvidó lo que su tío le regaló y, precisamente, después de leer en ABC la entrevista con Wilebaldo Solano, ex secretario general del POUM, abrió la caja de sus recuerdos y pensó que, lo mejor que podía hacer, era donar la enseña de combate a la Fundación Andreu Nin. «No pido nada a cambio, sino que la reciban en señal de reconciliación y como homenaje a las víctimas de un lado y de otro y de desprecio por los asesinos de un lado y de otro», comenta José Antonio Dávila a ABC, mientras vuelve a doblar su bandera en la vieja caja en la que ha permanecido tantos años.
La donación generosa de este símbolo de la contienda responde a su preocupación «por el destino de los símbolos que tienen un valor histórico. Una bandera que ha estado en el frente, se merece respeto y me parece más digno, y un acto de justicia, entregar esta bandera a quienes puedan y sepan guardarla con respeto y cariño». A cambio de su gesto altruista, el veterano falangista sólo pide poder conversar unos minutos con el ex secretario general del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) para compartir la historia de España y, sobre todo, preguntarle si conoció a su otro tío, el hermano de su madre, que era un personaje importante de la CNT catalana. A la caída de Barcelona, el capitán de infantería de los «rojos» José María García-Miranda se refugió en Francia y los alemanes lo encarcelaron en Dachau, de donde salió en 1945 con tan sólo 29 kilos de peso. «Tan sólo quiero saber si lo llegó a conocer en el exilio», dice el abogado que, como la mayoría de españoles, tenía una familia dividida entre ambos lados de la Guerra Civil.
Esta división que tanto dolor produjo durante la contienda es quizás uno de los sentimientos que ha llevado a José Antonio Dávila a donar la bandera, en un momento en que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero quiere volver a revivir esta trágica historia. «Es una gran equivocación avivar los rencores de nuestra guerra, que ya estaban dormidos», comentan este abogado falangista, que recuerda que «hubo asesinos en los dos lados y víctimas en los dos lados y no se puede resucitar el pasado». Él lo tiene claro, «son maniobras electorales para captar votos».
Con la experiencia que le respalda, al haber vivido la contienda en primera fila, José Antonio Dávila denuncia el maniqueísmo con el que se está ahora presentando la historia de la Guerra Civil. «Me parece hasta cierto punto bien que se den ayudas para la recuperación de los desaparecidos, pero no es bueno el maniqueísmo con el que se presenta la historia en la que los buenos eran los republicanos y los malos los nacionales. Es demencial cómo se está haciendo», comenta. Además, califica de «irresponsable» que «se vaya en contra de la verdadera memoria histórica, que es la de los dos lados. Sólo se quiere dar una versión parcial y sesgada de la memoria histórica».
Aunque se considera un hombre de derechas «en lo moral y religioso», se siente de izquierdas «en lo social» y critica «la Falange absurda de hoy, que se ha quedado sólo con la parafernalia exterior. Nuestros enemigos eran, entonces, la derecha y los carlistas». Igualmente, reconoce que «noto más sectarismo en la izquierda que en la derecha porque el que pierde conserva más tiempo el sectarismo».
Entusiasmo en el POUM
La noticia de la donación de la bandera de combate de los poumistas de Sabadell fue recibida con entusiasmo por parte de Pello Erdoziain, secretario de la Fundación. «Será enmarcada y expuesta en un pequeño museo, junto a otros documentos y legados de antiguos militantes poumistas, que instalaremos en un local municipal», apunta Erdoziain. La Fundación Andreu Nin está negociando con el Ayuntamiento de Barcelona la cesión de un espacio de la ciudad para instalar el futuro centro de documentación del POUM que, añade Erdoziain, estará «abierto a investigadores e historiadores de todo el mundo».

ABC

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