30.11.15

Escudo y bandera: símbolo de todos los navarros


JAVIER MARTÍNEZ DE AGUIRRE

E L emblema de Navarra nació en un momento crítico, cuando al morir el último vástago de la dinastía pirenaica accedió al trono Teobaldo I de Champaña, gobernante "de extraña tierra y extraño lenguaje". Casi cien años después, en 1328, otra crisis dinástica, la de los llamados "reyes malditos", afectó al reino navarro, entonces gobernado desde París. Una leyenda relacionó el final del linaje de Hugo Capeto con la maldición que habría pronunciado Jacques de Molay, el último Gran Maestre de la Orden del Temple, mientras ardía en la hoguera.

Durante trescientos años, los Capeto establecidos en el trono de Francia habían tenido hijos varones que heredaron y transmitieron el derecho a la corona. Así hasta Felipe IV el Hermoso, el destructor de los templarios, que había casado con Juana I de Navarra. Tras su muerte, sus hijos Luis el Hutín, Felipe el Largo y Carlos el Calvo fueron sucesivamente reyes de Francia y de Navarra, sin que ninguno dejara descendencia masculina (Juan el Póstumo, hijo del Hutín, apenas vivió unos días). En 1328 París y Pamplona se encontraron con el problema de que la línea capeta por varonía había llegado a su fin. Pero existía una diferencia fundamental, ya que en Navarra el derecho a gobernar recaía en la hija de Luis el Hutín, Juana, casada con Felipe de Évreux. De este modo, la crisis se resolvió con un acuerdo entre primos: Felipe VI de Valois ostentaría la corona de Francia y Juana II y Felipe de Évreux la navarra.

Los preparativos para recibir, por fin, a los soberanos se aceleraron en Pamplona. Los canónigos modificaron el proyecto del monumental refectorio catedralicio que estaban construyendo para convertirlo en digno escenario de banquetes de coronación. En las claves de bóveda colocaron un escudo con las armas del rey de Navarra y otro con las del conde de Évreux. Pero Juana II y Felipe reunían en su persona ambos títulos, por lo que hubo que crear una nueva combinación heráldica que expresara dicha unión, esta vez basada en el cuartelado.

Era el cuartelado una manera de combinar armerías difundida en toda Europa a partir del prestigioso escudo de los reyes de Castilla y León. La solución resultaba excelente para unir dos emblemas sin que a la vista uno quedase totalmente subordinado al otro. En efecto, cuando los escudos se partían, una mitad predominaba sobre la otra. Sin embargo, el cuartelado hacía posible dar a unas armas los cuarteles primero y cuarto, quedando para las otras el segundo y el tercero. De este modo, la preponderancia del primer cuartel sobre el segundo se compensaba con la preferencia del tercero sobre el cuarto. Navarra y Évreux se combinaron de este modo: los cuarteles primero y cuarto quedaron para el carbunclo navarro, mientras las flores de lis doradas en campo azul con banda componada de plata y gules (Évreux) ocupaban el segundo y el tercero. Un pintor excepcional, Juan Oliver, nos dejó en 1335 una de las primeras muestras monumentales de la nueva combinación, en el merecidamente famoso mural de la Crucifixión del refectorio de la catedral, que hoy podemos admirar en el Museo de Navarra.

El reino de Navarra simbolizado en el refectorio de la catedral de Pamplona

Hasta este momento hemos hablado de los signos y los emblemas de los reyes, que compartieron modos de presentación y usos habituales entre los soberanos europeos de la época. Veamos ahora brevemente una singularidad navarra en el campo de la simbología medieval: el conjunto de claves de bóveda del refectorio de la catedral de Pamplona. Dichas claves, esculpidas y policromadas muy posiblemente en 1328 o 1329, representan mediante escudos de armas y señales la realidad política del reino. La formaban los principales linajes de la nobleza y las "buenas villas".

El impresionante despliegue heráldico ofrece una colorista lección visual del ser de Navarra en los años en que accedió al trono la nueva dinastía. El lugar era idóneo, puesto que el comedor canonical serviría como sala de banquetes de la coronación (quizá ya había sido utilizado con este fin el antiguo refectorio románico) y eventualmente cabría celebrar allí otros actos como reuniones de cortes. Hay en el programa figurativo del refectorio otros guiños a la monarquía: la elección de la Entrada de Cristo aclamado como rey en Jerusalén para decorar la puerta, la clave con el tema de la Coronación de la Virgen María y la presencia de un rey coronado con espada enhiesta en una ménsula inmediata a la cabecera. Para dar cabida a todos los emblemas fue necesario multiplicar el número de claves en los arcos de las bóvedas. Reservaron para los "ricos hombres" las diez de los perpiaños y para otros nobles de menor rango algunas secundarias en los arcos diagonales centrales. Las señales de las buenas villas del reino aparecen en los arcos diagonales de los tramos septentrionales.

Larga vida al cuartelado Navarra-Évreux

El cuartelado estaba llamado a perdurar más allá de la posesión del condado de Évreux por los reyes navarros, incluso más allá de la continuidad de la dinastía que lo había originado. Gracias a los viajes de Carlos III, fue conocido en toda Europa. Tras la muerte del rey Noble, sería combinado con las armas de Aragón y Sicilia en el escudo de Juan II (1425-1479), el ambicioso esposo de doña Blanca y padre del Príncipe de Viana. Y poco después con las de Foix, Bearne, Bigorra, Aragón, Castilla y León en el complejo blasón de Francisco Febo (1479-1483).

El cuartelado preside algunas de las más valiosas creaciones artísticas de los siglos XIV y XV, desde las claves de las naves de la catedral iruñesa o las ventanas del palacio de Olite, hasta el relicario de San Saturnino en su parroquia de Pamplona. Y no siempre en obras financiadas por los monarcas. La humilde iglesia de Olloqui, cerca de Pamplona, conserva unas espectaculares pinturas murales que repiten cuatro veces el combinado Navarra-Évreux.

Los navarros se sentían representados por dicha combinación propia de la autoridad que daba unidad al territorio. Dentro del cuartelado, el carácter específicamente navarro de las cadenas (en el siglo XV ya eran denominadas así) era conocido por todos. Estaban prestigiadas y solicitadas. Un hijo bastardo de Carlos III, don Lancelot, creó sus propias armerías cuartelando las cadenas con las armas imaginarias de Lanzarote del Lago. Cuando Sancho Sánchiz de Oteiza alcanzó la cátedra episcopal de Pamplona (1420), empezó a utilizar un nuevo escudo con cruz de gules cargada de cadenas doradas. Asimismo los Peralta incluyeron en su escudo un mantelado de Navarra concedido por el rey. El famoso Privilegio de la Unión por el que se unificaron los barrios pamploneses en 1423 determinó la creación de una nueva enseña para la ciudad, con orla constituida por "un renc de nuestras armas de Nauarra, de que el campo será de gueulas et la cadena que yra alderredor, de oro".

Las cadenas fueron incluidas en los escudos de multitud de localidades navarras. Las encontramos en labras renacentistas o barrocas de Tudela, Estella, Tafalla, Sangüesa, Viana, etc. En la actualidad son más de veinte los municipios que las portan. Tulebras, Pueyo, Bargota, Igúzquiza y Lerga traen o han traído las cadenas como emblema propio. Cabanillas, Milagro, Artajona, Espronceda, Mañeru, Navascués, Petilla de Aragón, Echarri Aranaz, Villava y Tirapu llevan o han llevado algún cuartel con las armas del reino.
Del siglo XVI en adelante los navarros siguieron afirmando su identidad perfectamente integrada en la monarquía española a través de las cadenas. No se perdía ocasión. Las recopilaciones de leyes del reino, las monedas aquí batidas, las publicaciones históricas, etc., dieron pie a su ostentación, con diseños que a menudo abandonan las esferillas para reproducir eslabones de manera perfectamente reconocible.
El enfrentamiento entre beamonteses y agramonteses, tan candente todavía en el siglo XVI, tuvo una vertiente emblemática que no afectó a las cadenas, por ser aceptadas como propias por ambas facciones. Los agramonteses, que reivindicaban el trono para los últimos reyes privativos y sus descendientes, se identificaban con las lises; los beamonteses se quejaron en ocasiones de los desprecios hechos al águila que representaba el poder del emperador Carlos V. Un texto anónimo de comienzos del siglo XVII afirmaba que en el corazón de ciertos navarros de dudosa fidelidad a la monarquía española "se halla estampada muy al natural una flor de lis".

Las cadenas en el escudo de España

Al mismo tiempo, durante los siglos XVI y XVII los navarros demostraron un marcado interés por la inclusión de las cadenas en un lugar destacado dentro de los escudos realizados en Navarra con las armas de los reyes de España. Los de Fernando el Católico en la catedral de Pamplona las sitúan cortadas con las de Aragón en el segundo cuartel. La imponente labra del Palacio Real de Pamplona (hoy Archivo General de Navarra) les dedica la mitad diestra del segundo cuartel, partidas con los palos aragoneses. En cambio, por avatares dinásticos un particular diseño de las armas de Navarra ocupó un espacio preeminente en las armas de los reyes franceses de la dinastía de Borbón.

Entre las sucesivas reorganizaciones del escudo de España en el siglo XIX (iniciadas con una composición fundamentalmente territorial de tiempos de José Bonaparte) algunas acabaron confiriendo protagonismo a las cadenas. Durante la Primera República fue utilizado un cuartelado de Castilla, León, Aragón y Navarra, con la granada en la punta, que alcanzó cierta continuidad dentro de una compleja variedad de armas.

Ya en el siglo XX, el escudo de España promulgado en 1938 por Franco respondió a la intención de diferenciarse tanto de las novedades del XIX como de los diseños borbónicos. Para conseguirlo se inspiraron en lar armas de los Reyes Católicos, con un importante cambio: el cuartel de Navarra sustituyó al de Aragón-Sicilia. De esta forma, en términos de protagonismo se mantiene lo conseguido en la centuria anterior. En 1981 se retomó la composición de 1868 en que Navarra ocupaba el cuarto cuartel.

El escudo y la bandera de Navarra en la actualidad

Vimos en un artículo anterior que los diseños oficiales del escudo y la bandera de Navarra fueron aprobados y utilizados públicamente por vez primera en 1910, en el marco de la preparación de la conmemoración de la batalla de las Navas de Tolosa.

Los conflictos políticos del siglo XX, que cristalizaron en la terrible Guerra Civil de 1936, dejaron su huella en el devenir del escudo. En 1931, durante la Segunda República, la corona real fue sustituida temporalmente por una mural. En 1937 Franco concedió a Navarra la cruz laureada de San Fernando, que debía ser grabada en sus escudos. La Diputación no tardó en aprobar un nuevo diseño publicado en el Boletín Oficial de la Provincia de Navarra, con la laureada y la corona real. La presencia de la cruz habría de generar décadas más tarde una apasionada polémica resuelta con su supresión en el escudo que describe la Ley Orgánica 13/1982 de reintegración y amejoramiento del Régimen Foral.

En 1986 y 2003 se promulgaron leyes para regular el uso de los símbolos de Navarra: bandera, escudo e himno. En la primera era expreso el deseo de evitar que algún partido, sindicato o asociación se apropiara de la bandera, símbolo que había de ser de todos los navarros. La segunda, más desarrollada, intentaba hacer frente a la amplia casuística de incumplimientos, principalmente por parte de quienes deseaban y desean hacer ostentación de la ikurriña, bandera oficial del País Vasco que navarros de ideología abertzale sienten como propia. La atención de los políticos se ha centrado en los artículos 6 a 10, referentes al uso, ubicación preferente y orden de colocación. En cambio, las medidas relativas al conocimiento y promoción en los ámbitos educativo y local no han sido impulsadas. Merecería la pena ponerlas en marcha.

¿Con qué fin? ¿Con un horizonte de navarrismo ensimismado? Todo lo contrario. El reino de Pamplona, germen de nuestra actual comunidad, no nació de un pasado institucional interrumpido, ni de un pueblo homogéneo en busca de su destino, sino como proyecto de futuro para grupos humanos que querían emprenderlo juntos. No hubiera perdurado sin sacar partido a la complementariedad y al acuerdo. Ha sufrido graves conflictos, siendo los peores los intestinos, y ha progresado acogiendo una y otra vez a pobladores de muy distintos orígenes. No era tierra de leche y miel, que incitara al exceso o a la holgazanería. Con trabajo duro, en ocasiones abandonando la tierra de sus antepasados, quienes nos antecedieron pusieron el fundamento de nuestra prosperidad. En nuestra mochila lo llevamos todo, lo bueno y lo malo. Hoy sabemos que nuestro escudo no nació de una hazaña guerrera (por fortuna), sino con la llegada de un ilustre inmigrante, Teobaldo I, a quien el reino dio acogida (interesada). También, que no había esmeralda cegadora en su centro, sino un sencillo cuadrifolio. De todo esto son símbolo nuestra bandera, nuestro escudo y nuestro himno. Bien visto, todo puede ser compartido por quienes han llegado hace poco y ya son navarros, por "los de toda la vida" y por quienes siguen siendo navarros en la distancia, en un mundo global. En nuestra mano está conseguirlo.

Diario de Navarra

29.11.15

Así llegaron las 'cadenas' al escudo y la bandera de Navarra


JAVIER MARTÍNEZ DE AGUIRRE

En los comienzos del siglo XXI las banderas ocupan lugar de honor entre las representaciones simbólicas de uso cotidiano. Países, regiones y ciudades, empresas y asociaciones de todo tipo las emplean como signo de identidad. A diario sirven sus colores para proyectar sentimientos y compartir compromisos. Pero no debemos confundir la antigüedad de una institución con la del símbolo que la representa, ni tampoco la realidad histórica con las explicaciones más o menos legendarias que sobre los símbolos se han podido acumular a lo largo de los siglos.

No debe sorprendernos que el diseño de la bandera oficial de Navarra tenga poco más de cien años (los cumplió en 2010), puesto que son excepcionales las enseñas cuya materialidad remonta a época medieval. Para la creación del modelo se siguió una práctica habitual en la configuración de estandartes, consistente en sobreponer un escudo a una tela de las dimensiones adecuadas. La elección del color rojo para el tejido, como veremos, coincide con antecedentes de enorme interés.

En cuanto al escudo oficial, también en 1910 decidieron que incluyera “cadenas de oro sobre fondo de gules con una esmeralda en el centro de unión de los ocho brazos de eslabones”. La forma y al enlace de las cadenas habrían de inspirarse en los eslabones “auténticos” que poseía la Diputación. Los prohombres de comienzos del siglo XX estaban convencidos de que dichos eslabones habían formado parte de las cadenas traídas por Sancho el Fuerte “como glorioso trofeo” de la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Pensaban también que el propio monarca había cambiado su escudo de armas como consecuencia de la victoria. A día de hoy no contamos con pruebas que certifiquen la datación de los eslabones, pero sí sabemos que al menos en sus primeros cien años el escudo de Navarra no tuvo nada que ver con la hazaña guerrera. La leyenda de las “cadenas” ganadas por Sancho VII es exactamente eso: un hermoso relato elaborado en el siglo XV. Fue Faustino Menéndez Pidal, galardonado con el premio Príncipe de Viana de la Cultura en 2011, quien desentrañó el verdadero origen del emblema, creado en unas circunstancias históricas concretas que intentaré resumir.

LOS SIGNOS DE LOS REYES NAVARROS

Antes de que se desarrollara el sistema heráldico en el siglo XII, los reyes pamploneses, como el resto de sus coetáneos, habían empleado signos de suscripción que servían para atestiguar la veracidad de los documentos. Se trataba de signos personales, que no representaban al reino como tal. Sancho el Mayor y sus descendientes utilizaron como signo diversas variantes de la forma en cruz. En 1134, cuando aragoneses y navarros separaron sus destinos, accedió al trono de Pamplona García Ramírez el Restaurador, casado con una noble del norte de Francia, Margarita de l’Aigle (el Águila), cuya familia había empezado a utilizar el águila como signo transmisible a los herederos, conforme a los usos del naciente sistema heráldico.

El reinado de García Ramírez (1134-1150) coincide con los años de la difusión inicial en España de los emblemas heráldicos. El hijo de García y Margarita, Sancho VI el Sabio (1150-1194), todavía recurrió a un diseño cruciforme como signo, pero su nieto, Sancho VII el Fuerte (1194-1234), prefirió suscribir los documentos dibujando la silueta de un águila con alas y garras extendidas, originario probablemente de la familia de su abuela.

A Sancho el Sabio pertenece el primer sello conservado de un monarca navarro. Se le ve a caballo, portando un escudo adornado con lo que entonces se llamaba bloca, el refuerzo habitual en los paveses lujosos de la época. Se trataba de un complemento metálico formado por una pieza central o umbo de la que partían barretas cuyos extremos podían adornarse de distintos modos (en el sello de Sancho VI tienen forma de flor de lis). Como los sellos no se policromaban, desconocemos si el escudo que habitualmente llevaba Sancho VI estaba coloreado.

TEOBALDO I Y EL ESCUDO DE NAVARRA

En 1234 Sancho VII el Fuerte falleció sin hijos que pudieran heredar la corona. El derecho sucesorio correspondió a su sobrino Teobaldo, hijo de una hermana del difunto rey llamada Blanca, que había casado con el conde Teobaldo III de Champaña. Era Champaña uno de los territorios más prósperos de Francia, favorecido por la celebración de ferias a las que acudían mercaderes de toda Europa. El joven Teobaldo, culto y aficionado a la música y a la poesía, ya disponía de un emblema heráldico como conde champañés. Pero la dignidad regia era muy superior a la condal y los navarros le solicitaron que utilizara otro emblema para representar su nueva jurisdicción. Lo sucedido a continuación se deduce de un capitel doble conservado en la actual catedral de Tudela.

El edificio de Santa María de Tudela estaba siendo sometido a una total transformación. En el lugar de la antigua mezquita mayor, consagrada para el culto cristiano tras la conquista de la ciudad, se estaba construyendo la hermosa iglesia que ha llegado a nuestros días. Pero las obras avanzaban sin prisas. En 1234 faltaban por elevar al menos los pilares más cercanos a los pies. Para señalar la participación del nuevo rey champañés en las obras, se colocaron capiteles con dos escudos: uno totalmente rojo (de gules llano, diríamos utilizando la terminología heráldica); el otro, partido por la mitad: su parte derecha es también completamente roja, mientras que la izquierda se ve azul, con una banda blanca en diagonal, en representación de las armas del conde de Champaña. Sobre ambas mitades se extiende una bloca o refuerzo del escudo, en este caso con umbo central en forma de cuadrifolio. El hecho de que la bloca recubra las dos partes y no solo la mitad de color rojo evidencia que dicha bloca carece de significado heráldico y simplemente figura el complemento que tenían los paveses lujosos medievales. Los ocho brazos radiales no terminan en adornos como en el sello de Sancho VI, sino que sus extremos están unidos por una barreta continua que recorre todo el perímetro. De este modo, el escudo creado para Teobaldo I tras su acceso al trono reunía su emblema como rey de Navarra (de gules llano), que ocupaba la mitad del escudo (lado principal), con el de los condes de Champaña (de azur, banda cotizada de plata) presentado en la otra mitad (lado secundario).

En muy poco tiempo, lo que había sido inicialmente adorno (la bloca radiada como refuerzo metálico) pasó a ser visto como mueble heráldico constitutivo de las armas del rey de Navarra. El cambio quedó consolidado en tiempos de su hijo Teobaldo II (1253-1270). El escudo del rey de Navarra tuvo desde entonces como elemento principal el refuerzo metálico radial, forma que en vocabulario heráldico medieval se denominaba carbunclo, dado que el diseño radial era interpretado como los rayos de un carbunclo o piedra luminosa engastada en el centro del escudo.

No es posible confirmar ni descartar que el color rojo hubiese sido empleado como emblema por los reyes navarros con anterioridad a Teobaldo I. Quizá ya era así en tiempos de Sancho VI. No está de más recordar que la Genealogía Latina de los Reyes de Navarra, escrita hacia 1400, adjudicaba a Íñigo Arista y a su hijo un escudo completamente rojo (isti duo habent in armis campum rubeum tantum). Estas atribuciones forman parte de lo que se suele llamar heráldica imaginaria, consistente en crear armerías para personajes que vivieron en tiempos anteriores al desarrollo del sistema heráldico. Ahora bien, el hecho de que coincida este color rojo con lo que vemos en el capitel tudelano despierta una duda: ¿tenían los autores de dicha Crónica información acerca de usos heráldicos antiguos (del siglo XII) que no han dejado otras huellas en la documentación? ¿O bien estamos ante una mera invención, como otras armas que concibieron sin ninguna base para personajes de época preheráldica?

Con independencia de este indicio literario, cabe concluir que, antes de que naciera el emblema de las “cadenas”, el color rojo ya había servido para identificar al reino navarro, mientras que el águila había sido un signo personal de Sancho VII el Fuerte. En consecuencia, no tiene sentido considerar el águila como el más antiguo emblema de Navarra, bien de su ámbito territorial, bien de la comunidad de sus pobladores, y menos aún de la antigua tierra o comunidad de los vascones.

LAS CADENAS DE LAS NAVAS

Hasta ahora me he referido en ocasiones a las “cadenas” de Navarra poniendo la palabra entre comillas. Veamos por qué. Como acabamos de comprobar, el escudo de Navarra con barretas lisas inventado para Teobaldo I de ningún modo recuerda a unas cadenas. En una fase posterior, la bloca cerrada (es decir, el refuerzo radial de ocho brazos unidos perimetralmente) empezó a representarse mediante sucesión de esferillas o clavos interconectados. Así la encontramos en multitud de ejemplos de los siglos XIII y XIV. Los armoriales europeos de la segunda mitad del siglo XIII describían las armas del rey de Navarra como charbouncle besancié, carbunclo bezanteado, refiriéndose así a los característicos botoncillos. Nadie las veía como cadenas. En cambio, en el entorno cortesano de Carlos III el Noble, hacia 1400, se empezará a hablar de las armas de Sancho el Fuerte como “cadenas doradas” en campo rojo. Esta mudanza de sentido forma parte de la tendencia bajomedieval a relacionar el origen de las armerías con hechos gloriosos. El Príncipe de Viana, en su crónica escrita mediado el siglo XV, proporciona la versión de la leyenda que en adelante se consolidará. Según su descripción de la batalla de Las Navas, el recinto del califa almohade habría estado protegido por “gruessas cadenas de fierro” que unían hasta tres mil camellos. Tras la victoria, el soberano navarro habría tomado “el dicho cadenado de los gamellos e las tiendas, e conquistó las cadenas por armas”. De este modo, el carbunclo con botones o esferillas fue interpretado hace más de quinientos años como un poco lógico entrelazamiento radial y perimetral de eslabones de una cadena de oro. El relato legendario se apoyaba en los fragmentos de gruesas cadenas que, también según noticias tardías, habrían recibido de manos de Sancho el Fuerte varios santuarios navarros en recuerdo de la victoria. De ahí procederían las que en 1910 poseía la Diputación Foral y de ahí igualmente las que todavía hoy se exponen en Roncesvalles.

La identificación del emblema de Navarra con las cadenas ganadas por Sancho VII fue reiterada durante siglos por cronistas e historiadores, quedando firmemente asentada en el imaginario colectivo. Frente a la leyenda, gloriosa pero falaz, la historia real del escudo está plasmada en los capiteles tudelanos. Sin duda carece del poder de evocar hazañas pasadas, pero posee otras virtudes, como hacernos reflexionar sobre la simplicidad, el error o en ocasiones la mentira con que están construidos muchos argumentos falsamente históricos que apelan al sentimiento olvidando la razón.

Diario de Navarra

25.11.15

Nuevo libro sobre protocolo



Dada la importancia que las banderas tienen en el ceremonial y el protocolo, compartimos aquí esta reciente publicación sobre la materia.

Historia del ceremonial y del protocolo

Sánchez González, Dolores del Mar.
Gómez Requejo, María V..
Pérez Marcos, Regina María.

Esta obra introduce al lector en el mundo del protocolo desde una perspectiva histórica. En él podrá comprobar cómo, genéricamente a lo largo de la historia de la humanidad, y específicamente en el caso de la historia de España, la realización de una serie de ceremoniales en torno a las figuras que detentaban el poder político ha contribuido a conferirles la legitimidad precisa para garantizar la gobernabilidad de los súbditos. Ese ceremonial se convierte en protocolo cuando el Estado liberal contemporáneo estandariza y normativiza unos códigos de representación y visibilidad más acordes con los principios de libertad, igualdad y fraternidad. En ese devenir histórico, la jerarquización deja de ser un honor para convertirse en mera ordenación exigible para la correcta imagen de las institu-ciones públicas, de cara a la percepción de los ciudadanos de un mensaje coherente con la estructura del Estado en el que vive.

Dirigida principalmente a los alumnos universitarios de grado y posgrado, resultará igualmente de interés a cualquier lector que quiera saber por qué el protocolo es como es en la actualidad.

Dolores del Mar Sánchez González es catedrática acreditada, profesora de Historia del Derecho en la UNED y académica correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. Coordina el máster universitario en Protocolo y dirige los posgrados en Protocolo propios de esta universidad.

María V. Gómez Requejo es profesora en la Escuela Internacional de Protocolo, así como miembro docente de diferentes estudios de posgrado.

Regina M.ª Pérez Marcos es profesora de Historia del Derecho en la UNED y en el máster universitario en Protocolo de esta misma universidad.

Más información

24.11.15

Archipiélago Juan Fernández celebra aniversario con nueva bandera


Este domingo el archipiélago Juan Fernández cumplió 441 años desde su descubrimiento. Si bien no hay una fecha exacta, ya que algunos historiadores afirman que fue en 1563 y otros en 1574, lo cierto es que el hallazgo se le atribuye a un marino español que mientras buscaba una ruta alternativa de navegación entre El Callao y Valparaíso para evitar la corriente costera, se encontró por casualidad con las tres islas.
Hasta 1966 fueron conocidas como las islas de “más afuera” y “más a tierra”, hoy es el archipiélago Juan Fernández, en honor al marino que las descubrió. La isla de “más a tierra” lleva el nombre Robinson Crusoe por el famoso libro de Daniel Defoe, quien se inspiró en las historias de Alejandro Selkirk, el verdadero naufrago que vivió aquí por cuatro años y cuatro meses, por lo que la isla de “más afuera” lleva ese nombre.

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Este año se escribió una nueva página en su historia, ya que este aniversario se presentó la bandera insular. Emblema que tiene dos franjas azules horizontales que representan el mar y una franja verde central que representa el verdor de los bosques endémicos.

En el azul superior hay tres estrellas y en el inferior dos, las que representan a las cinco islas del archipiélago: Robinson Crusoe, Santa Clara, Selkirk, San Ambrosio y San Félix. Las estrellas son de ocho puntas, que representan a las ocho nacionalidades de las 20 familias pioneras y colonas del archipiélago.

En el centro de la franja verde destacan cinco langostas que representan la principal fuente económica del territorio y que rodean una flor de sándalo, especie endémica que fue depredada y que ya está desaparecida.

Desde el archipiélago afirmaron que tal como la Patagonia, Rapa Nui u otras regiones, ahora Juan Fernández tiene su propio emblema. El ex consejero regional, Daniel Paredes, señaló que con este símbolo no molestan a nadie. Agregó que es una bandera que los acogerá y cobijará y que no los harán sentir ajenos o aislados, como muchas veces se sienten en el continente.

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biobiochile.cl

22.11.15

"Las primeras banderas son reales o militares; la nacional no llega hasta el siglo XIX"


Enrique Carballo | A Coruña 21.11.2015 | 00:58

El coronel de infantería Gerardo López-Mayoral dio ayer en el Museo Militar una charla sobre la historia de la bandera española.

-¿Cuál es el propósito inicial de la bandera?

-Marcar la posición del caudillo y dar órdenes en batalla. Esas funciones se perdieron y quedaron para marcar el poder real.

-¿Cuáles son los orígenes de los colores de España?

-En España hay una tradición de banderas de color rojo, que utilizaron los íberos y los reyes godos. El oro se repite en el fondo de los colores de Aragón y Castilla, los escudos de Nápoles. Durante la Edad Media hay banderas de reyes, Alfonso X el Sabio describe la terminología de las banderas en 1250, y los Reyes Católicos crean la primera bandera de los ejércitos. Pero son banderas militares o reales, no nacionales. El primer uso de la bandera roja y gualda es de Carlos III, en 1785, para uso naval. En los ejércitos de tierra convivió con las banderas blancas anteriores durante la Guerra de la Independencia y las carlistas, y se declara bandera única de España en 1843. A partir ahí podemos decir que es una bandera nacional.

-¿Qué supone la bandera como objeto en el Ejército?

-Las banderas regimentales son un símbolo sagrado. Dicen que tienen alma, y representan a los que han luchado bajo ella e incluso dado su vida. Las actuales tienen unas cintas, las corbatas, en las que pueden reflejarse condecoraciones o medallas de homenaje.

-¿Cuál es la bandera más antigua de España?

-Es religiosa, el pendón de San Odón. Data de 1122. Creo que la bandera militar más antigua pertenece a un Tercio y se conserva en una iglesia de un pueblo de Zaragoza. Es de en torno a 1550.

16.11.15

Cuando las banderas lloran


Por Maira Álvarez

El protocolo ayuda a hacer más fácil la vida. Este arte es un conjunto de reglas que rigen actos y eventos, de normas vivas y armonizantes, que hablan a veces más que las palabras. La ordenación de las banderas, una de las facetas más interesantes del protocolo oficial, sigue a la perfección esta interpretación.

Las banderas se colocan de manera jerárquica, dando relevancia por ejemplo a un país, demostrando respeto y cordialidad a otro cuando nos vienen a visitar y también, como es el caso, demostrando solidaridad y condolencias.

He escogido algunos ejemplos de las reacciones de mandatarios de todo el mundo tras los atentados de París de este viernes.

Empecemos por las primeras declaraciones que hizo el presidente francésFrançois Hollande tras la barbarie.

Cuando hay dos banderas, la ordenación dicta que se colocen 1 – 2. Es decir, la más importante (jerárquicamente) está situada a la derecha. Si os fijáis, en este caso, la que tiene prioridad es la europea. Y pegada a ella, la francesa. Se puede hacer la lectura que los franceses proclaman que el atentado ha sido a nivel europeo y que afecta a todos los países miembros.

En España, compareció el presidente del gobierno Mariano Rajoy. Aunque en nuestro país no se ha declarado el luto de manera oficial (mientras escribo estas líneas ya son tres los españoles asesinados), el presidente habló con la bandera española enlutecida con un crespón.

En Alemania, su canciller Angela Merkel se dirigió a los medios con otra interpretación también muy simbólica: dos banderas alemanas que arropan a la europea.

El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama mostró su repulsa ante dos banderas nacionales. A su derecha, la oficial de las barras y las estrellas, y a la izquierda la bandera con el gran sello de los Estados Unidos.

Este es un signo para un país que no tiene un escudo heráldico propiamente dicho. En esta fotografía se puede ver parte de su lema nacional, E Pluribus Umun, que en latín significa “de muchos, uno”.

En el diseño de este escudo de armas se ve al águila calva “el defensor”, con las alas abiertas y sosteniendo trece flechas en su garra izquierda (por los trece estados originales). En su garra derecha sostiene una rama de olivo, en la que se ve una clara interpretación por parte de los americanos: la rama simboliza que Estados Unidos tiene “un fuerte deseo por la paz pero siempre estará listo para la guerra”.

Como veis, las banderas hablan. No lo pueden decir más claro.
[...]

ABC

15.11.15

Historia de una bandera


J. Guayerbas - domingo, 15 de noviembre de 2015

En el patio imperial del Alcázar tras recorrer algunas de las calles más transitadas del Casco Histórico. La Asociación Histórico-Cultural Voluntarios de Aragón recibía ayer de manos del director del Museo del Ejército una réplica de la bandera que Carlos III instauró en 1762 para este escuadrón creado con motivo de la guerra de España contra Portugal e Inglaterra.

Al grito de ‘¡abran fuego!’ los 14 soldados uniformados con la indumentaria de época disparaban al aire para recibir la ovación del público que acompañó durante el pasacalles a los miembros de esta asociación que mantiene el recuerdo de este regimiento con diferentes actividades y representaciones.

Tal y como explicaban desde el Museo del Ejército antes de entregar la bandera, el Regimiento de Infantería Ligera Voluntarios de Aragón comienza sus acciones de combate en Portugal al mando del conde de Aranda, finalizada la guerra con el país vecino, pasa a cubrir la frontera en la franja pirenaica, entrando de nuevo en combate en Argel en el año 1775, y cuatro años más tarde participará de nuevo en la guerra contra Inglaterra, pasando después a Cataluña Cádiz y finalmente a Orán, done defiende los puestos de Santa Cruz, San Gregorio y el recinto Mers-el-Kibir.

Durante todo este tiempo su bandera coronela fue testigo y adalid de todas sus acciones, compartiendo con los soldados todas las vicisitudes del combate. «Estas banderas tenían una vida de unos 10 años, pues eran de seda y sólo tenían un paño», comentaba uno de los integrantes de la asociación que también disfrutó de una visita guiada por las instalaciones del Museo del Ejército.

Las recreaciones históricas cuentan con su público, y así quedó demostrado en el patio imperial de Alcázar. El director de las instalaciones, Juan Valentín-Gamazo de Cárdenas, recibió al escuadrón y agradeció a sus integrantes que en esta «cuna de héroes» como es el Alcázar «seáis responsables de conservar y difundir la historia del Ejército».

Música de guerra a golpe de tambor y flautín para el desfile del batallón por el Casco Histórico. Los soldados, 17, acompañados por otros asociados con trajes tradicionales, se pasearon por las calles hasta alcanzar el Alcázar para recibir la nueva bandera que a partir de ahora lucirán en sus actos y recreaciones.

Sobre la bandera municipal de Tui



Esteban Aranda Álvarez
Vigo
14.11.2015 | 04:55

En el último pleno municipal tudense se trató de nuevo sobre la restitución de la antigua bandera municipal, suprimida en 1936 cuando la ciudad fue conquistada por las tropas franquistas, acordando pedir a la Xunta de Galicia autorización, trámite innecesario puesto que no se trata de la creación de una nueva bandera, ya que el poder de la propia corporación es suficiente para realizar tal trámite de su restitución.

La bandera tudense, tras breves apariciones en 1945 con motivo del Centenario del Obispo Rosendo Salvado y, posteriormente, el 3 de octubre de 2004 con motivo de la concesión de la medalla de oro de la ciudad -en forma de corbata con los colores de la bandera municipa- a la Escuela Naval Militar de Marín, permaneció en el más puro ostracismo durante la dictadura y posteriormente en el periodo democrático, todo ello ante la abulia y el poco interés de las sucesivas corporaciones municipales.

Últimamente una comisión Pro Restitución de la antigua bandera tudense, tras reunir más de 400 firmas entre los tudenses residentes en la ciudad, presentó una petición al Concello con suficiente información legal sobre el trámite necesario para tal restitución, puesto que al no tratarse de la creación de una nueva bandera el poder de la propia Corporación es más que suficiente.

Es una pena observar como la ignorancia y el empecimiento de los que proponen tal actuación, precisamente de aquellos concejales que se consideran de izquierdas, se puedan meter en manos de la oposición, los mismos que nunca tuvieron el mínimo interés en dotar a Tui con propia bandera. Jamás se ha visto que una importante y antigua ciudad como la tudense se desinteresase de su pasado histórico. Hemos visto como hace unos años se despojaba del nombre de una de los más famosos tudenses de renombre mundial, el filósofo Francisco Sánchez, que llevaba el Instituto de Formación Profesional, para colocar en su lugar otro nombre cualquiera. No digamos la triste situación en que se encuentra su casco monumental, uno de los mejores de Galicia, durmiendo el sueño de los justos, con muchas casas arruinadas, las silvas e hierbas brotando de los muros. En fin algo inanimado como si se tratase de un cementerio.

Deseamos recordar que la bandera tudense se remonta a principios del siglo XIX, siendo aún más antigua que la propia bandera gallega.

13.11.15

Cómo la bandera de la URSS sigue "viva" pese a la desaparición de la potencia comunista


Después del triunfo bolchevique en la revolución rusa, que puso fin a la época de los zares y a una breve república, la cúpula comunista se dio a la tarea de organizar una nueva nación. Y en medio de todo lo que involucra esta labor, un aspecto importante jugaban los símbolos que representarían al primer país comunista.

Lenin y los otros líderes de la revolución tenían como objetivo consolidar su victoria en una vasta nación y, además, difundir su ideología a otras parte del mundo. En este escenario era fundamental definir una simbología representativa, sencilla y, a la vez, atrayente. El mismo ejercicio que harían con éxito los nazis, una década más adelante.

Génesis

La bandera roja se vinculó a movimientos comunistas desde mediados del siglo XIX, así que la decisión de ocupar un estandarte rojo siempre generó consenso entre los primeros líderes soviéticos. La discusión se centró en qué otros elementos tendría la nueva bandera.

La presencia de la hoz y martillo también fue un punto de partida, pues en la misma revolución bolchevique, la hoz había representado a los campesinos y el martillo, a los trabajadores industriales. También se analizó sumar una espada, como símbolo de la fuerza y la victoria en la revolución, pero el propio Lenin descartó esta opción, pues era muy agresiva.

En diciembre de 1922 se realizó el Primer Congreso de los Soviets de la URSS y ahí se definió en el artículo 22 de la declaración del congreso que "la URSS tiene una bandera, un escudo de armas y un sello estatal".

Prueba y error

Pero recién el 6 de julio de 1923 se entregó una especificación oficial de estandarte. Era de un rojo escarlata, tenía el escudo de la URSS en el centro y poseía una curiosa proporción de de 1:4.

Pero este primer intento no alcanzó a conocerse masivamente, pues duró apenas cuatro meses. El 12 de noviembre de 1923, hace 92 años, el escudo dio paso a la tradicional hoz y martillo. Se suma, sobre estos emblemas, una estrella de cinco puntas, que representa al partido comunista. Así, queda establecido el símbolo del poder político único por sobre los trabajadores y campesinos. Y la proporción de la bandera queda 1:2.

Así detalló esta bandera el articulo 71 emitido por el Comité Ejecutivo Central de la URSS: "La bandera estatal de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas consiste de un campo rojo o escarlata, y en el canto una hoz y martillo dorados, y sobre ellos una estrella de cinco puntas bordada en oro. La relación entre ancho y alto es 1:2”.

En 1955 se realizó un pequeño retoque para estilizar la hoz y el martillo, y en 1980 se dejó un rojo con tono más brillante. Esta fue la bandera con que en 1991 desapareció la Unión Soviética.

Un aspecto poco conocido de la bandera soviética, pues nunca se masificó es que sus caras eran diferentes, pues la parte posterior era rojo completo, sin la presencia de la hoz, el martillo y la estrella.

Después de la URSS

En 1991, la bandera roja con la hoz, el martillo y la estrella de cinco puntas dejó de ser estandarte nacional y desapareció de la simbología rusa. Lo más cercano a ella fue el llamado Estandarte de la Victoria, que estableció Boris Yeltsin en 1996, en homenaje al triunfo del Ejército Rojo sobre las fuerzas nazis, en la Segunda Guerra Mundial. Este símbolo es de proporción 1:2, rojo completo con una estrella de cinco puntas de color oro.

Vladimir Putin, en 2007, revivó la antigua bandera soviética y la estableció como Estandarte de la Victoria. El líder ruso esgrimió que esa era la bandera que flameó sobre las ruinas del Reichstag y que se transformó en el ícono del triunfo sobre el régimen nazi.

En el desfile en que celebró los 70 años de la victoria del Ejército Rojo, en 2015, las autoridades rusas no sólo destacaron la bandera de la URSS, sino que también revivieron varios símbolo de las Fuerzas Armadas soviéticas, entre las tropas rusas.
La Tercera

12.11.15

Vilafranca lucirá una nueva bandera con el voto en contra de la oposición


El pueblo de Vilafranca tendrá pronto una nueva bandera, que fue aprobada en el pleno ordinario por el equipo de gobierno (Partit pel Poble) con el voto en contra de los grupos en la oposición (MÉS per Vilafranca e Independents per Vilafranca-Esquerra Republicana). Se trata de unaversión de la enseña de Mallorca con el escudo de Vilafranca en el centro y la silueta del pueblo (en el lugar del castell que representa l’Almudaina).

Lluc Bauzá, portavoz de Independents-Esquerra, justificó su voto en contra en el sentido que «las banderas no se inventan», a la vez que propuso «solicitar un informe a la Universitat de les Illes para que el cambio esté más fundamentado y, posteriormente, someterlo a una votación popular». Decisión compartida por MÉS, que defendía que «no hay necesidad de hacer un cambio». Al final prosperó la propuesta del equipo de gobierno y el nuevo estandarte lucirá en el balcón del Ajuntament.
Última Hora

9.11.15

Curso de Vexilología en La Coruña


Organizado por el Centro de Historia y Cultura Militar Noroeste, pretende dar a conocer los símbolos que en cada momento histórico han representado a España y los que han servido para identificar las diferentes unidades militares tanto en el combate como en paradas, desfiles, formaciones y otras ceremonias militares.

Se impartirá en el Museo Histórico Militar, Plaza de Carlos I s/n, 15001 A Coruña, del 16 al 20 de noviembre de 2015,  de lunes a jueves de 18:00 h. a 20:00 h. y el viernes de 12:00 h. a 14:00 h.

Más información en: www.ahcmn.es

4.11.15

Historia de las primeras banderas panameñas y de la que no es 'original'

Helkin Guevara | 04 nov 2015 - 00:05h

La noche del 2 de noviembre de 1903, dos señoras se encargaban a escondidas de una misión: confeccionar la primera bandera de un Panamá con aspiraciones de república. La revolución se venía cociendo. Había que tener un emblema listo.

Manuel Amador Guerrero tenía prisa: “Mary [ María Ossa de Amador, su esposa], a hacer la bandera enseguida, podemos necesitarla en cualquier momento”.

Iluminadas con una lámpara de queroseno en la abandonada casa Tangui de San Felipe, María Ossa de Amador y Angélica B. de Ossa tomaron las telas de lanilla, una máquina portátil Singer, tijeras e hilo y siguieron el diseño del símbolo que había ideado un día antes Manuel E. Amador. Tenían suficiente tela, así que acordaron hacer dos enseñas. Debían medir 2.25 metros de largo por 1.50 metros de ancho.

“Trabajamos con empeño y terminamos pronto las banderas (...). No se esperaba que la independencia se realizara el día 3, sino algunos días más tarde”, contó tiempo después Ossa de Amador, según recoge la obra Historia de los símbolos de la patria panameña de Ernesto J. Castillero.

“La multitud entusiasmada recibía de manos de doña María Ossa de Amador la primera bandera de la nueva patria y la paseaba entre vítores y otras aclamaciones de regocijo por la ciudad ”, describe el libro.

La otra bandera la conservó Ossa de Amador.

Es la historia de los dos primeros pabellones nacionales. Tres, si se cuenta uno más pequeño que hizo la hija de Angélica B. de Ossa,

María Emilia, que acompañó a las señoras en el proceso y, aburrida, tomó retazos que sobraron y armó una bandera más, comparte el historiador Vladimir Berrío-Lemm, director de la Comisión Nacional de los Símbolos de la Nación.

Aquellos diseños llevaban el cuadrante azul en la parte superior izquierda, pegado al hasta, tal como la ideó Manuel E. Amador. Y así se mandó a hacer el símbolo en las otras provincias desde el 5 de noviembre. Fue la primera generación de banderas.

La nueva camada no tardó en aparecer. El historiador lo relata así: “Antes del 15 de noviembre de 1903 se determinó que no era conveniente que el cantón de honor del símbolo (esquina superior izquierda) lo dedicaran al color de uno de los dos partidos políticos. No era justo ni hacía balance. Por ello se bajó el azul y el cantón de honor se dejó para uno de los cuadrantes blancos”.

Y con el cambio llegaron las nuevas banderas, con el diseño actual.

La bandera 'original' que no es

En el Museo de Historia de Panamá reposa una veterana bandera que fue robada en medio del caos de la invasión de 1989 y devuelta el 7 de enero de 1992, según un informe de la Unesco.

Se ha usado en actos cívicos –entre ellos el desfile de antorchas del pasado 2 de noviembre– como una de las dos banderas originales.

Pero aunque es un emblema que viene de los años de la incipiente nación, no posee los rasgos de los dos pabellones hechos en la víspera de la separación, acota Berrío-Lemm. No tiene las medidas ni el cuadrante azul en la parte superior izquierda.

Consultados sobre la pieza, funcionarios del Museo de Historia prefieren decir que es “una bandera de 1903”. A secas.

Paradero

La bandera hecha por María Ossa de Amador y Angélica B. de Ossa, que se agitó tras el éxito de la campaña separatista, perdió pronto su esplendor. La tela no era resistente y quedó en desuso, detalla Berrío-Lemm. No se tiene referencia si se guardó o si se cremó.

La otra que conservó Ossa de Amador terminó en manos del presidente estadounidense Theodore Roosevelt, que la pidió como un obsequio en una visita al istmo, poco después del inicio de la república. Así, la bandera pionera viajó a la Casa Blanca y luego a la residencia de Roosevelt, narra Berrío-Lemm.

Del pabellón más pequeño que se cosió aquella noche de noviembre se sabe que, tiempo después, fue trasladado por la propia María Emilia hasta Nueva York, donde fue exhibida en una tienda y en un museo. Luego se le perdió el rastro.

La Comisión Nacional de los Símbolos de la Nación, indica Berrío-Lemm, ha empezado gestiones para tratar de dar con el paradero de las dos enseñas que fueron llevadas a Estados Unidos.

Otras banderas con valor histórico

No se conoce el paradero de las primeras banderas panameñas confeccionadas al calor de la campaña por la soberanía, pero en los museos nacionales se pueden apreciar otros pabellones con valor histórico.
En el Museo del Canal Interoceánico hay una sala dedicada a la restaurada bandera de la gesta del 9 de enero de 1964 y en espacios contiguos se exhiben otras como la bandera que viajó en 1977 a Washington, Estados Unidos, para ser firmada por los protagonistas de los Tratados Torrijos-Carter, y la
enseña que se izó el 31 de diciembre de 1999 en el Canal, durante la ceremonia de entrega de la obra a Panamá.

En el Museo de Historia de Panamá, en tanto, hay un rincón con varias banderas del inicio de la vida republicana, entre ellas una con el diseño original, con el cuadro azul en la esquina superior de la izquierda. También hay recuerdos del bautizo de la bandera, el 20 de diciembre de 1903.
La Prensa

2.11.15

El guión de la Princesa, con el fondo azul como la bandera de Asturias


El Boletín Oficial del Estado publica este sábado el Real Decreto por el que se crea el guión y el estandarte de la Princesa de Asturias, que serán idénticos a los que utilizó Don Felipe cuando era Heredero de la Corona. Con el guión y el estandarte se simbolizarán los honores militares que corresponden a la Princesa de Asturias.

El Rey ha contado con el asesoramiento de la Real Academia de la Historia para dar cumplimiento a esta tradición de la Casa Real y aprobar el uso de las Armas de la Princesa.

El guión y el estandarte son iguales, pero se diferencian en que el guión tiene un fleco y un cordoncillo de oro que va anudado al mástil. El guión es de terciopelo, está bordado por ambas caras y lo porta un oficial de escolta cuando acompaña a la Princesa.

El estandarte es una bandera igual al guión, pero sin fleco ni cordoncillo, de tejido fuerte de lanilla o de fibra sintética, que ondeará en palacios, campamentos, aeródromos, buques, aeronaves y vehículos terrestres.